Siento muy mío aquello que dijo Pedro Lemebel: «No tengo amigos, tengo amores». No hace mucho me hice amiga del bordado –de sus ritmos, sus texturas, de sus maestras y compañeras– y fue enamorarme otra vez del mundo. Volver a mirar atenta, a sentir (y no sentir) el tiempo, a cuidarme y cuidar a mis amigos, mis amores.
El bordado apareció y con él mi camino de vuelta a la vida.