Mi cuarentena inicio recién trasteada junto a mis dos gatos en el Barrio Colombia en la localidad de Barrios Unidos. Todo este tiempo que hemos pasado llevando la pandemia ha sido una espera eterna llena de cambios, normas y reglas a las que nos hemos tenido que adaptar. En mi caso siento que todo se convirtió en una gran expectativa hacia el futuro e inclusive el presente se volvió incierto… más incierto que en cualquier momento de mi vida.

 A pesar del encierro, de la adaptación continua, el tomar el sol por las ventanas y el sentirse como un gato más dentro del hogar, el año pasado me permitió retomar muchas actividades que no había podido realizar debido a la rutina diaria que llevaba antes. Además, para mí el encierro no fue malo, me permitió tener tiempo de calidad para mí y de hecho siento que nunca me había apropiado de un espacio como lo hice el año pasado. Volví a dibujar y empecé a usar colores, terminé bordados que tenía guardados y empecé algunos experimentando con otros materiales y puntadas que no conocía, se despertó de nuevo la curiosidad por el crear con hilos. También, sentí, que el crear con nuestras manos nos mantiene alejados de los pensamientos y libres a pesar de las condiciones que estemos viviendo y es una herramienta para exteriorizar y curar los sentimientos encontrados que se pudieron generar sobre todo durante el 2020.

Este bordado se basó en una ilustración que realice durante esta misma época y lleva el título de lo que ha sido para mí la cuarentena/pandemia: La Espera.  Esta ha sido la época en la cual hemos tenido menos libertad y control sobre nuestra vida y la única solución sentí que era en algún momento la resignación ante el paso del tiempo, es decir una la larga espera hasta el momento del cambio.